“EL GRAN MASTURBADOR” DALÍ
DOCUMENTACIÓN
GENERAL:
El título de
la obra es “El gran masturbador”, pertenece a Salvador Dalí (1904-1989) que lo
realizó en 1929. El estilo al que pertenece es Surrealismo con una técnica al
óleo en un lienzo de 1,1 x 1,5 m. Actualmente se encuentra en el Museo Nacional
Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid.
EL ARTISTA:
Durante el
verano de 1929, Dalí recibió una visita que cambiaría su vida y su obra: el
poeta Paul Eluard, su esposa Gala y otros surrealistas se instalaron durante
unas semanas en Cadaqués. La aparición de Gala marcó un antes y un después en
la vida de Dalí.
La presencia
opresiva de su padre y sus temores ante el sexo se diluyen y dejan paso a un
artista de éxito en París (capital mundial del arte), que ingresa en el grupo
surrealista; su amante, Gala, le dará confianza en sí mismo.
Este lienzo
es una de las primeras obras claramente surrealistas de Dalí. Las influencias
del movimiento surrealista y de las teorías psicoanalíticas de Freud, la
evocación de su reciente encuentro con Gala, sus tendencias autoeróticas y las
alusiones a su infancia se aúnan en esta obra llena de simbolismo.
ELEMENTOS
SIMBÓLICOS:
“El gran
masturbador” sorprende por el esmero y paciencia con el que ha sido pintado.
Cada elemento está plasmado con una precisión casi fotográfica. Dalí usó una
pincelada muy precisa y colores luminosos y brillantes. El color amarillo del
rostro central resalta sobre el azul degradado del cielo y contrasta con los
tonos más sonrosados de la pareja ubicada en el lado opuesto.
COMPOSICIÓN:
Dalí
distribuye los elementos en un espacio dividido en dos mitades desiguales: la
inferior representa una playa, y la superior, claramente mayor, el cielo.
En la parte
central del cuadrado se halla una cabeza gigante, con un ojo cerrado y una
prominente nariz apoyada en el suelo. En el lugar de la ausente boca, se
adhiere una langosta de grandes dimensiones con el vientre plagado e hormigas.
Otros
detalles dotan de singularidad a la cabeza: las plumas de colores que surgen a
la manera de pestañas, las piedras que alzan sobre la testa y el anzuelo que se
aferra a sus escasos cabellos.
A la altura
del hipotético cuello, surge una cabeza de león con una prominente lengua. Más
arriba, una mujer arrima la cara a los genitales de un varón.
En la playa
se observan dos grupos humanos: en la parte central, un hombre abraza una roca
con apariencia femenina; en la izquierda, un joven proyecta su sombra sobre dos
diminutas figuras, un padre y su hijo.
Esta pintura
nos remite, en clave surrealista, al encuentro del artista con Gala y a sus
propias obsesiones sexuales. Es fruto de la pasión erótica que Gala despertó en
Dalí, pero no puede explicarse sólo a partir de ella: las teorías surrealistas
y psicoanalíticas, la infancia del artista y la omnipresencia de la figura
paterna también son imprescindibles para comprender la obra. La figura central
del lienzo es un autorretrato del pintor.
Los símbolos
sexuales son frecuentes: la lengua voluminosa y enrojecida que surge de la
cabeza del león como si fuera un pene erecto; la mujer que acerca que acerca su
cara a los genitales del varón; el lirio, símbolo de pureza, es decir, la
masturbación como única forma de actividad sexual, ya que para Dalí cualquier
otra relación sexual implicaba una situación donde un ser humano devora a otro;
la langosta, animal que causaba horror al pintor y que evoca a la mantis
religiosa y a su carga erótico-caníbal con respeto al macho, en este caso él
mismo, encarnado en el rostro central; las hormigas concentradas en el vientre
de langosta.
Las figuras
que se abrazan rememoran su relación con Gala y sus paseos por la playa. La
soledad que provoca esta ensoñación está sugerida por la figura solitaria de la
izquierda y la sombra que esta proyecta sobre unos minúsculos padre e hijo, que
retrotraen a su infancia.
El anzuelo
con la cuerda rota recuerda a la ausencia de Gala pero, también, los intentos
de su familia por retenerle. Las plumas de colores son claras referencias a su
infancia, mientras que las piedras que reposan en la cabeza serían manzanas
petrificadas que remitirían a la de Guillermo Tell y que simbolizarían la
sumisión del hijo respecto al padre.
SUEÑOS
PINTADOS A MANO:
Dalí se
sirvió de las teorías psicoanalíticas para plasmar su personalidad y sus
obsesiones: el complejo de Edipo, la megalomanía, la obsesión por Gala…
Dalí definió
sus cuadros como “fotografías de sueños pintados a mano”, pues con frecuencia
relacionaba de manera totalmente innovadora elementos oníricos con reales. La
influencia de artistas surrealistas o afines a este movimiento determinó la
obra de Dalí de finales de los años veinte.
En el campo
teórico, André Breton marcó las pautas iniciales de su pintura, pero Dalí, en
lugar de conformarse con la pasividad que proponía el primero para expresar el
“funcionamiento real del pensamiento”, abogó por la autoinducción de imágenes
de su subconsciente.
Además,
solía tomar prestados elementos procedentes de grandes autores (El Bosco,
Vermeer, Velázquez…) y los reelaboraba a su gusto.
FUENTES:
Nuevo Arterama,
Vicens Vives.
Uno de los mejores cuadros del gran Dalí! Nos encanta!
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