El arte es una mentira que nos acerca a la verdad. (Pablo Piccaso)

jueves, 23 de abril de 2015

LOS COMUNEROS EN EL ARTE

Hoy es 23 de abril y, como no podía ser de otra forma, conmemoramos el Día de Castilla y León. Se celebra la derrota de los comuneros de Castilla en la batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521.
Para ello hemos escogido una de las obras más destacadas sobre el tema, Ejecución de los Comuneros de Castilla, de Antonio Gisbert (1860).



EL AUTOR: 

Antonio Gisbert Pérez (Alcoy, Alicante, 1834-París, 1902). Pintor español. Director del Museo del Prado de 1868 a 1873. Su perfil artístico presenta dos fases bien diferenciadas. La primera pertenece a su etapa madrileña y como pensionado en Roma; la segunda -incluido el famoso cuadro Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga (Prado)- corresponde a la época de París, la más larga. Gisbert surge al mundo de la pintura en el momento inicial de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, cuando se valoran los grandes formatos y los argumentos historicistas, legendarios o de contenido literario. Gisbert no se sustrae a este compromiso, entre otras razones porque tiene verdadera necesidad de lograr el triunfo y el apoyo de la crítica e incluso de la política. Baste recordar que en seis años el pintor alcoyano logra tres medallas de oro casi consecutivas: 1858,Últimos momentos del príncipe don Carlos, remitido desde Italia; 1860, Ejecución de los comuneros de Castilla (Congreso de los Diputados), que a poco de ser premiado y conocido se entiende como un grito de rebeldía por la defensa de las libertades; 1864, Desembarque de los puritanos en América del Norte, otro argumento claramente reivindicativo.

Se trata de una pintura ajustada, perfectamente dibujados los personajes y puestos en escena los temas con habilidad compositiva, tal y como hacían los otros artistas que buscaban el aplauso y la medalla. A estos cuadros hay que añadir, entre otros, Doña María de Molina presentando a su hijo a las Cortes de Valladolid (Congreso de los Diputados),Salida de Cristóbal Colón del puerto de Palos, Amadeo de Saboya ante el cadáver del general Prim, y el ya citado referente a Torrijos y sus compañeros fusilados. Es decir, la historia con toda clase de licencias o enfoques personales que el pintor quiera.

En el periodo en que el pintor de Alcoy es director del Prado, es cuando realiza su cuadro Don Quijote en casa de los duques, que llega a presentar a la Exposición Nacional de 1871. Con Gisbert actúa de subdirector el escultor José Gragera y ambos son quienes reorganizan algunas salas y ponen al alcance de todos los españoles aquellos tesoros que había disfrutado tan solo la realeza. El Museo es ahora público y la privacidad ha terminado. La política cultural de España también viene observando algunos cambios, tal es la comisión que se nombra para proponer al Gobierno las bases para refundir en uno solo los Museos Nacionales de Pintura y Escultura del Prado y de la Trinidad, designando los objetos que deben incorporarse al mismo, que siendo propiedad de la nación se hallen en poder de corporaciones o establecimientos oficiales o particulares.



TEMÁTICA:

El cuadro representa la ejecución de Los Comuneros tras su derrota en la batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521. Es un cuadro realizado dentro del estilo Romántico que trata de ilustrar la ejecución sumaria de los tres líderes de la revuelta comunera: Juan Bravo, Juan Padilla y Francisco Maldonado.

Aunque la ciudad de Toledo proseguiría la lucha un año más, hasta febrero de 1522, lo cierto es que la derrota de Villalar representó el fin de la primera gran revolución ciudadana a la que se debió enfrentar el emperador Carlos V a lo largo de su reinado.

La Guerra de las Comunidades de Castilla fue el levantamiento armado de los denominados comuneros, acaecido en la Corona de Castilla desde el año 1520 hasta 1522, es decir, a comienzos del reinado de Carlos I. Las ciudades protagonistas fueron las del interior castellano, situándose a la cabeza del alzamiento las de Toledo y Valladolid.

El levantamiento se produjo en una situación de inestabilidad política en la corona de Castilla, que se arrastraba desde la muerte de Isabel la Católica (1504). En octubre de 1517, el rey Carlos I llegó a Asturias, proveniente de Flandes, donde se había autoproclamado rey de sus posesiones hispánicas en 1516. A las Cortes de Valladolid de 1518 llegó sin saber hablar apenas castellano y trayendo consigo un gran número de nobles y clérigos flamencos como Corte, lo que produjo recelos entre las élites sociales castellanas, que sintieron que su advenimiento les acarrearía una pérdida de poder y estatus social.

Las demandas fiscales, coincidentes con la salida del rey para la elección imperial en Alemania (Cortes de Santiago y La Coruña de 1520), produjeron una serie de revueltas urbanas que se coordinaron e institucionalizaron, encontrando un candidato alternativo a la corona en la reina propietaria de Castilla: la madre de Carlos, Juana. Tras prácticamente un año de rebelión, se habían reorganizado los partidarios del emperador (particularmente la alta nobleza y los territorios periféricos castellanos, como Andalucía) y las tropas imperiales asestaron un golpe casi definitivo a las comuneras en la batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521. Allí mismo, al día siguiente, se decapitó a los líderes comuneros (Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado). El ejército comunero quedaba descompuesto.


COMPOSICIÓN:

Gisbert ha representado el ajusticiamiento de los principales líderes de la revuelta de las Comunidades de Castilla, levantados en armas contra el rey Carlos I para defender las libertades del reino en contra de los proyectos imperialistas del monarca. La ejecución tuvo lugar en Villalar el 24 de abril de 1521. En lo alto del patíbulo levantado en la plaza mayor de la villa castellana -cuyo caserío e iglesia se recortan ante el cielo- Juan de Padilla escucha con entereza los consuelos que le otorga un fraile dominico que señala con sus manos al cielo. Padilla viste ricos ropajes que nos indican su ilustre condición, bajando su mirada con gesto resignado y valiente, aguantando con firmeza la visión del cuerpo degollado de su compañero Juan Bravo, cuyas manos inertes están siendo desatadas por uno de los verdugos. Otro de los verdugos, como escarmiento, muestra al pueblo la cabeza del ajusticiado. Francisco Maldonado, el tercer líder de la revuelta, comienza a ascender las escaleras del patíbulo con gesto incómodo ante los protocolarios consejos que le da un fraile anciano que empuña un pequeño crucifijo.
 
Padilla es el eje y centro de la composición, siendo el que atrae la primera mirada del espectador, distribuyendo Gisbert de manera equilibrada el resto de las figuras, al tiempo que exhibe su dominio de las proporciones y de los escorzos, como el verdugo que desata las muñecas o el cadáver del comunero degollado. También distribuye acertadamente los planos, desde las dos figuras del extremo derecho, cortados sus cuerpos para resaltar la altura del cadalso, hasta el verdugo del fondo que proyecta su brazo con la cabeza cortada hacia el fondo de la escena, marcando al diagonal que organiza la composición. Gisbert ha introducido el tratamiento secuencial en la escena al disponer las tres fases del suceso: la subida al patíbulo, la espera y la degollación.

Debemos destacar la perfección del dibujo y el magistral dominio en la reproducción de las calidades táctiles de las telas, así como los nobles rostros de los comuneros que contrastan con la impersonalidad de los monjes. Gisbert emplea una perspectiva de abajo a arriba con el fin de colgar el lienzo a cierta altura y crear en el espectador el ilusorio efecto del patíbulo, situando el cuerpo del comunero degollado a la altura de la vista para causar el sobrecogimiento del espectador.




CONTEXTO DE SU CREACIÓN:

Tras siglos de silencio, los héroes de la Guerra de las Comunidades irrumpieron en el mundo de las bellas artes en la última etapa del reinado de Isabel II, marcado por el moderantismo y las influencias crecientes de la alta burguesía y de la aristocracia. La crisis de su peculiar adaptación del liberalismo cimentaba año tras año el descontento contra el régimen monárquico, tanto en la calle como entre políticos y militares.

Fue con ese caldo de cultivo, y mientras se expandían como la pólvora los ideales progresistas, cuando el alcoyano Antonio Gisbert Pérez presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860, a los 26 años, el lienzo ‘Los comuneros de Castilla’, calificado por el catedrático de Historia del Arte Carlos Reyero como «una de las obras capitales de temática histórica» en la pintura española.

El valenciano escogió como tema central un episodio que apenas se había abordado en las bellas artes españolas hasta entonces, donde se ponía de relieve un momento controvertido en la historia del país. Como escribe el jefe de Conservación de Pintura del Siglo XIX en el Museo del Prado y académico de la Real Academia de la Historia, José Luis Díez García, la obra «ponía en entredicho la actuación de la Corona, mostrando a los que van a morir como mártires triunfantes en defensa de las ideas de la justicia y la libertad».

El lienzo fue visto por buena parte del jurado de la Exposición (integrado en su mayor parte por académicos conservadores de San Fernando) como un ataque contra la corona y una crítica a la opresión del poder absoluto, y pese a las unánimes alabanzas a su ejecución, las posturas encontradas entre progresistas y conservadores frustraron sus posibilidades de conseguir la condecoración extraordinaria, y tuvo que conformarse con la medalla de primera clase. El cuadro original puede contemplarse en el Congreso de los Diputados.

El lienzo de Gisbert abrió la veda a una veintena de obras protagonizadas por los comuneros o por otros protagonistas decisivos de la Guerra de las Comunidades en los albores del siglo XVI. No en vano, ese mismo año de 1860 se presentó en la Exposición Nacional la obra ‘Doña María Pacheco logra salir disfrazada de la ciudad de Toledo, merced a la generosidad de Gutierre López de Padilla’, de Manuel Domínguez Sánchez, y poco después el catalán afincado en Madrid Gabriel Maureta y Aracil firmaba ‘Doña María Pacheco recibe la noticia de la muerte de su esposo Juan de Padilla’.


FUENTES:

https://www.museodelprado.es/enciclopedia/enciclopedia-on-line/voz/gisbert-perez-antonio/
"Los comuneros: del mito al lienzo" Agencia ICAL
http://www.artehistoria.com/v2/obras/10956.htm
http://vli2.blogspot.com.es/2013/12/comentariocuadro-los-comuneros-de.html

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